jueves, 31 de diciembre de 2009

Carta de amor

Ayer pasó algo que me conmovió mucho. Saliendo del gimnasio una mujer, toda vestida de negro, tomó el mismo ascensor que yo. Me tardé poco en darme cuenta que tenía mucho dolor. No sé su historia, menos de dos minutos no te dejan intimar con alguien, pero cuando salí y le dije, "buenas noches, que estés bien", comenzó a llorar. Se cerraron las puertas y no sé qué más sea de ella. Quizá alguien falleció, quizás le dieron una muy mala noticia, yo que sé; ¿a quién ya no le va a poder decir te quiero? ¿Cómo va a cambiar su vida, una vez que pasó esto? Me sorprendió la tristeza que irradiaba.

Las personas tenemos miedo a expresar nuestros sentimientos. En este sitio (que me encanta leer) creo que el 80 por ciento de los secretos que la gente narra es porque tienen que ver con la incomodidad que sienten para decirle a alguien: me gustas, te quiero, no me agradas, vete.

Me he tardado mucho para aceptar lo siguiente: tengo miedo al amor. Y no es que no lo tenga, porque creo que me sobra. Pero no puedo decir cuándo fue la última vez que abracé a alguien sin sentirme raro. Tampoco recuerdo cuando le dije a alguien, viéndolo a los ojos, te quiero.

Y ya me cansé. De empujar a la gente, de crear barreras, de no poder decirle a alguien: "abrázame, no quiero que te vayas, sé que soy insportable y muchas veces un cretino, pero me importas y no es que esté mejor o peor sin tí, es que me complementas y eso lo aprecio muchísimo".

Tengo desconfianza a crear lazos, a hacer nuevos vínculos, a vivir libre. Pero quiero cambiar eso.

Deseo hacer las cosas con pasión, medir mi vida con buenos momentos, haciendos las cosas que me gustan, y rodeado de aquellos que me importan. Basta de estar en un lugar cómodo; llegué a pensar que eso era lo que necesitaba, pero mi vida se volvió gris.

No voy a empezar el próximo año. Comenzaré hoy.

Gracias a todos los que lleguen a leer esto. Lo más probable es que los quiera. Bueno, ya. coflosquierocof.

No fue tan difícil.

lunes, 28 de diciembre de 2009

10 cosas que decir

1. Soy un mal blogger. No es que me olvide de que tengo blog, porque me acuerdo cada lunes y jueves que es cuando me toca escribir pero últimamente no lo he hecho porque no tengo cosas interesantes qué contar.

2. También soy mal blogger porque no visito ya a mis amiguis bloggers ni a los que me vienen a comentar. No es que no quiera, es que en serio, de repente ni tiempo para eso tengo.

3. Ahora también ando en Twitter. Que no postee nada no tiene que ver con que pase tiempo allá. Ah! Y también tengo una cosa nueva que es como un chismógrafo, llamado Formspring, donde me pueden hacer preguntas y yo las contesto. Simple.

4. Y hablando de twitter, me gusta alguien de ahí. Estoy en una situación que no tiene pies ni cabeza ni lógica ni coherencia. Si yo estuviera pensando con la cabeza, ya le habría puesto fin a la historia, pero es algo que me hace sentir bien y es causa de sonrisas (cosa que no es frecuente). ¿Consuelo de tontos? ¿El que no arriesga no gana?

5. A veces sueño que mi vida es como un timeline gigantesco. Eso me da miedo.

6. Continuando con los sueños, anoche soñé que me corrían de mi trabajo. No el grande, el chiquito. Y me dio mucho miedo. Aunque parezca que no, ir a dar clases dos veces a la semana, por cansado que sea, y hacer algo que realmente me gusta me ayuda a no volverme loco porque paso cinco días haciendo algo que no amo. Y encima, quiero mucho a mis alumnitos.

7. Que por cierto, aunque aún son niñitos, ya para nada son inocentes ni ingenuos ni nada de lo que yo pensaría son, con la edad que tienen. Luego me entero de cada cosa que me asombro. Pero al menos aún tengo capacidad de asombro, eso es bueno.

8. Hoy es día de los inocentes. Supongo que debería haber hecho alguna broma, pero no se me ocurrió ninguna lo suficientemente graciosa para que valiera la pena contarla.

9. Lo cual me recuerda, cuando uno hace bromas, tienen que ser creíbles, al grado de que puedan ser reales. Cuando eres una jota horrenda y dices que eres heterosexual nadie te cree. Igual cuando eres repiruja y dices que de repente ya eres fiel.

10. Por cierto, siguiendo con las bromas, una vez le hice una broma a alguien con quien salía en un día como hoy, hace muchos años. Se enojó tanto que me dejó de hablar. Hay personas que no aguantan nada.

+1. Hoy recibí un regalo con una nota que me cambió la mañana. Dice: "Para que no dejes la maestría ni el doctorado". Y entonces, entendí que es lo que hay qué hacer.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Crush escolar

Yo tengo una regla escencial cuando de dar clases se trata: nunca de los nuncas salir con un alumno. Y, a diferencia de muchas otras prohibiciones en mi vida, medio la he seguido, porque la única vez que no la iba a seguir, no pasó pero no fue precisamente porque yo no quisiera.

Pero eso no quiere decir que nunca me ha gustado un alumno, aunque la verdad es que se me hace muy poco ético andarte tirando a uno de tus pupilos.

Hace poco, platicando sobre cuando todavía era ayudante de profesor (adjunto, para los cuates, y también para toda la gente que va en la UNAM, aunque no sean cuates), empecé a hacer memorias de mis clases, de mis alumnos favoritos y me acorde de ellos: los alumnitos que me gustaban.

Cabe hacer algunas aclaraciones. La primera, y la más importante, que sólo pasó en la universidad, porque en la prepa la mayor parte de los niños son eso: niños, y a parte de que no me gustan muy chiquitos, tampoco me va a gusta la perspectiva de ir a la cárcel.

La segunda, no fueron cantidades gigantescas, porque como en 15 clases, en alrededor de tres años, nomás fueron 4 los que me gustaban. La tercera es que en cuando das clase ves a una persona dos horas cada dos días por semana, por lo que en realidad, no sabes nada de su vida (ni ellos de la tuya) y a lo que más puedes llegar es a conjeturas de cómo son por su comportamiento.

Las historias van, en versión resumida, así:

Del primero es una historia muy corta y sin mucho chiste realmente; estuvo en las primeras clases que di, y era todo lo que yo podría buscar: listo, inteligente, guapo, súmamente amable y cortés y simpatiquísimo. Y claro que la perfección no podía ser completa, porque junto con las características anteriores se sumaba el "con novio". En realidad, estoy seguro que él nunca se dio cuenta, pero yo creo que el maldito novio, que era un jotazohorrendosinsentidodelbuengustoparavestir, sí porque en cuanto me veía acercarme se interponía o cuando le hablaba o preguntaba en clase ponía unas jetas horrendas.

Los otros tres fueron una situación mucho más compleja porque los tres estuvieron en el mismo salón durante el mismo semestre.

Número uno es, probablemente de los hombres más atractivos que he conocido, muy alto, bonito color, brazotes (y piernotas), sonrisa increíble. No como si fuera extremadamente inteligente, pero no era bruto y le echaba ganas. Aunque no podría apostar, estoy seguro que de todos los que me llegaron a causar cosquillas, él fue el único que realmente se dio cuenta que cuando lo veía ponía los ojos en blanco, porque en más de una vez me pidió favores/concesiones, hasta sus amigos lo mandaban cuando su grupito necesitaba algo, y como realmente no tenía buenos motivos para decir que no (además de que era un barco tamaño Titánic, aunque les gritara de lo que se iban a morir) se los cumplí casi todos.

Lo único que Número Dos tenía es que era guapito, con buena pompi incluida, porque de ahi en fuera no sólo era bestia sino que también un patán. Pero era buen eyecandy, así que nomás lo dejaba vegetar en clase.

El que era un sueño era Número Tres, porque era un niñito que parecía muy dulce y estaba cute, que no daba lata ni hacía osos, que participaba en la cantidad exacta y hacía los comentarios precisos... y que aparentemente me alucinaba, porque cuando le hablaba parecía que me estaba vomitando (no se puede todo en la vida).

Ahora, dado que soy un loser muy grande, para mi era complejo esta dando clase/calificando/buscando la manera de conquistar el mundo a través de la adjunteada, voltear y verlos ahí, como en ramillete. Pero nunca pasó nada. Y nunca me humillé públicamente, creo.

Y bueno, si se preguntan si, al contrario, nunca nadie me intentó conquistar, pues en realidad pasó más de una vez, pero con niñas. Sip, jamás un niño me intentó echar los perros, pero de mis alumnas, qué tal, recibí desde invitaciones a comer hasta flores y poemas enviados anónimamente.

Ni modis, que no siempre se tiene lo que se desea.

jueves, 3 de diciembre de 2009

¿Un reino o un plato de lentejas?

En alguna historia bíblica, se cambia un reino completo por un plato de lentejas. No me sé bien la historia, pero me acuerdo clarito de ella porque mi profesora de economía básica la usó para ejemplificar cómo el valor de las cosas es completamente subjetivo, según las circunstancias en las que uno se encuentre.

La semana pasada recibí un correo de Él. No cualquier él. Me refiero a Él. Por quien abrí este blog, por quien perdí más de una noche de sueño, a quien le dediqué más de un año de pensamientos, el que yo pensé que era la persona más adecuada para mí.

En letras menos, faltas de ortografía más, dice que está bien, que de vez en cuando piensa en mí, que espera mi vida vaya bien y que sea feliz.

También me pide disculpas por haberse portado mal conmigo, que espera lo entienda y que me cuide.

Sé que debería contestarle, por cortesía mínima, porque a diferencia de él no pretendo tardarme casi año y medio, además que realmente aprecié que me escribiera, pero es hora que no lo hago. Y es que a pesar de todo, no estoy seguro qué decirle.

Básicamente, porque no quiero ser grosero, pero simplemente no le puedo contestar así nomás
"estoy bien aunque podría estar mejor, algunas áreas brillan pero otras no tanto, soy feliz a ratos pero creo que eso es normal, sí fuiste grosero y quizá yo también pero ya pasó y a otra cosa mariposa, y lo lamento con toda mi alma pero a pesar de que ya no pienso en tí cada hora por cada día que vivo ni me devano los sesos pensando qué pudo haber sido si no te hubieras ido no te entiendo ni te enderé y no es como si te tuviera que perdonar pero no estoy en paz contigo, ah! y claro que me cuido".

Hace seis meses hubiera dado casi cualquier cosa por recibir ese correo, por saber que de repente me recordaba, por tener certeza de que alguna vez le importé.

Hoy, aunque realmente aprecio los dos minutos que se tomó para escribirme, siento que lo que tanto esperaba llegó un poco demasiado tarde.

Si hubiera tenido que dar algo a cambio por el correo, no hubiera ofrecido ni un plato de lentejas.