-No dibujes un corazón, dibuja un círculo- le dijeron-, porque, mientras el primero, por su inestable naturaleza, es susceptible de romperse; el segundo, al ser un ciclo que no tiene principio ni final, perdura.
Las brujas, el precio que pagan por sus poderes, inclusive la inmortalidad, es tener sólo un amor en toda su vida.
No pueden escoger a quien han de amar: es la Suerte, que caprichosa y altanera decide su destino señalando al hombre a quien entregarán su alma.
Cuando son correspondidas, tienen la fortuna de saber que, aunque se volverán mortales, pasaran mucho tiempo de dicha al lado de su amado y que habrán de morir de amor entre su brazos.
Pero si alguien rechaza el amor de una bruja, esta tiene dos opciones: matar al ser que ama y aunque permanecerán sus poderes vivirá atormentada siempre por la infelicidad, o morir ella misma.
Así fue como le encontraron, por esa razón: muerte de abandono.
Las brujas, el precio que pagan por sus poderes, inclusive la inmortalidad, es tener sólo un amor en toda su vida.
No pueden escoger a quien han de amar: es la Suerte, que caprichosa y altanera decide su destino señalando al hombre a quien entregarán su alma.
Cuando son correspondidas, tienen la fortuna de saber que, aunque se volverán mortales, pasaran mucho tiempo de dicha al lado de su amado y que habrán de morir de amor entre su brazos.
Pero si alguien rechaza el amor de una bruja, esta tiene dos opciones: matar al ser que ama y aunque permanecerán sus poderes vivirá atormentada siempre por la infelicidad, o morir ella misma.
Así fue como le encontraron, por esa razón: muerte de abandono.
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