lunes, 24 de enero de 2011

Un desfile

Te hago un desfile: organizo que paseen mariposas, cintas y listones, animales salvajes, serpentinas y confetti sobre tu cuerpo.

Te doy una palabra mágica, que sea como canción; para que bailes cuando la escuches, para que sientas como si el sol te calentara, por si alguna vez necesitas acordarte de mi cuando estabamos en este momento.

Si te muerdo una oreja no te enojes, es mi manera de decirte que me gustas y que me da alegría que estés conmigo; si me rio sin motivos es más bien de nervios, porque me haces temblar hasta el ombligo y porque no concibo la suerte de tenerte a mi lado; si te tomo de la mano es porque quiero comprobar que eres real y no una ilusión.

Y es que en una de esas, resulta ser que tu cuerpo no es más que una nube que tomó forma en mi imaginación o una alucinación de tanto desearte que seas real y que estés aquí y que entiendas lo que te quiero decir.

Sé que te vas a ir porque luego del día viene la noche y no podemos quedarnos aquí para siempre pero quiero suponer que en una de esas no y te decides y te quedas porque aquí encontraste una casa y un castillo.

Porque yo en tu cara encuentro el cielo, en tu cuerpo encuentro maravillas, en tu risa encuentro una sombrilla y en tus ojos me veo reflejado y pienso que entonces tengo salvación.

Te regalo mi secreto: es esto que te cuento, despacito, en lo que tú y yo que jugamos al amor.

viernes, 21 de enero de 2011

Querido,

Querido Uli,
o Querido Dani,
o Querido como sea que te denomines ahora debido a tus múltiples esquizofrenias,

No te voy a preguntar cómo estás porque sé que aunque no estás mal tampoco estás bien. No estás 100 por ciento bien, pues. Estás pasando por muchas cosas al mismo tiempo y te sientes desubicado. Estás enojado, estás triste, estás lastimado. Dejaste mucho no supiste en qué momento te perdiste a ti mismo.

No te preocupes, sentirte así es normal. A la larga, vas a estar bien. De eso estoy seguro. Encontrarás tu centro y llegarás al equilibrio.

Pero date tiempo, no quieras correr porque lo más probable es que te caigas.
Mejor, aprovecha la oportunidad que se presenta; si el universo no gira hacia donde tú quieres, víralo todo para que así sea.

Haz todo eso que no has hecho, que sabes que es necesario, y que es tiempo de resolver: ordena, termina, construye, planifica. Ya no tienes excusas y lo sabes. Ya no hay mañana qué esperar, ese en el que tanto confiaste que llegaría solo pero que nunca pasó, así que ahora sólo te queda lo que puedes hacer hoy.

Aprende, entiende bien esta nueva lección. Y en aquellas que crees que ya tienes dominadas, mejor cuestiónalas porque estás demasiado seguro de que tu verdad ya es definitiva y a lo mejor, en una de esas, resulta que siempre hay maneras diferentes de hacer lo mismo y estás tan confiado que pierdes el panorama de como es.
Amplia tu visión; recuerda que dentro del azul hay muchos tonos.

Pierde el miedo. Libérate de esos lastres. Tienes toda la capacidad para volar. Lo único que te limita, y que te ha limitado, eres tú. Recupera tus sueños. Deja de oir tanto a los demás y escucha más a tu interior. Si alguien te quiere poner un freno, escucha los argumentos pero no dejes que eso sea suficiente para detenerte.
Empieza a hacer las cosas para ti y por ti.

Encuentra un amor limpio, sano, desinteresado, de admirar. Ya sabes qué quieres y qué no quieres; no te conformes con menos. Quien te quiera, lo habrá de hacer por todo lo que eres y también por lo que no. Y si alguien te dice que no mereces su amor o te condiciona para ello o te dice que lo que le ofreces no le importa, no lo pienses dos veces y huye.
Quiere a los demás pero quiérete más tú.

Recuerda, también, que cada vez hay que querer mejor. No más ni menos. Diferente, quizás.
Pero siempre mejor, siempre quiere mejor.

Cuídate, te estaré viendo de cerca. Sé que vas a salir de esta como lo has hecho de las otras. Pero esta vez, espero lo hagas siendo un mejor humano.

Tuyo,
Conejitocisne.

lunes, 17 de enero de 2011

Górdatelas

El primer día que un pantalón me molestó de la cintura pensé que era una situación temporal, que quizás estaba ligeramente hinchado y que no pasaría de eso. El segundo, decidí ponerme otra cosa y no pensarlo demasiado. Fue hasta que pasaron tres días que caí en la cuenta y decidí aceptar lo que pasaba: mi ropa no me quedaba ya. Los pantalones no me cerraban o si lo hacían era a un grado que me apretaban y me cortaban la circulación.

La verdad, siempre había querido tener el abdomen marcado. Pero cuando pensaba en la idea lo hacía en referencia a marcado de músculos, no marcado por el resorte de la ropa interior y/o la hebilla del cinturón.

Fue momento de enfrentarlo: había engordado como nunca en la vida. Si dijera que no supe cómo pasó estaría mintiendo: mi problema de pantalones se originó en ena intensa inactividad (o sea, estar echado como vaca en casa y/o aplastado como sapo en la oficina) sumada a cenas constantes poco saludables (tipo las quesadillas de la esquina y tecolotes del Samborn's).

Total, una vez que lo acepté tuve que tomar una decisión: cambiar de guardarropa o cambiar de hábitos. Aunque podría parecer que cambiar de talla de pantalón era la solución más sencilla (porque no pasaba de comprar ropa más grande y llevar a ajustar la que ya tengo), en realidad era la más compleja. Para mí, cambiar de talla era un poco aceptar que la huevonería me había vencido.

Además, siempre he temido una cosa: ser más ancho que alto. Y dado que no soy especialmente alto, no creo que sea muy difícil llegar a ese punto.

Así, en vista que no me quedaba otra opción, opté por la dieta más efectiva del mundo: coserme la boca.

Ok, no, no me zurcí los labios pero sí pasó por mi mente en algún punto. Lo que tuve que hacer fue un proceso más complejo, que fue ordenar mis comidas, dejar de comer ciertas porquerías y darme tiempo para hacer ejercicio.

Al momento, creo que está funcionando, porque al menos mi ropa ya me cierra. Yeay, para mi. Supongo lo que sigue es mejorar, lograr tener cuerpo de modelo e irme a NewYork a hacer pasarelas. Se ve facilísimo.

jueves, 13 de enero de 2011

12 meses, 12 horas

"Azótese durísimo y luego vuele como el fenix"
@Tipographo


Así que dejé el blog. Y me tardé un año en regresar. Como bien lo dije, me cambió la vida. Hace un año, días más, días menos, conocí a quien se volvió el foco de mi vida.

Fue mi sol, fue mi luna. Mi casa, mi castillo; mi trueno, mi rayo; mi alegría y también mi tristeza.
Fue mi amor.

Lo quise como sólo se puede hacer una sóla vez en la vida. Ese amor que yo tuve por él no será igual para nadie más. Para él fueron caricias y tiempos y sonrisas que no serán para nadie más. Cuando llegó, yo temblaba; cuando me fui, seguía temblando. Es que me movió el mundo.
Se volvió mi mundo.

Pero tenía que terminar porque los días terminan y los meses cambian y llegan nuevos años. Porque no supimos decidir para dónde volar, porque nuestras súplicas cayeron en oídos sordos, porque la rutina desgastó la retina y porque puedes vivir con amor pero no puedes vivir únicamente de amor.

Si vuelve a llegar, él, el amor, alguien más, será algo más más refinado y con mejor entonación. Sin tantos miedos ni rencores. Será otro amor, pero ya no este amor.

En 12 horas me cambió la vida. Empezó con el gesto de un extraño y acabó con la cortesía de otro. Hay otros horizontes para donde volar. Es cuestión de sacar las alas. En 12 horas no puedo dejar de extrañar ni de sentir todo lo que siento, pero en ese periodo de tiempo sí puedo entender que necesito cambiar de aire.

Así sea.