Por razones que desconozco, tengo una tendencia muy extraña a que cuando algo me gusta lo adquiero en serie, como para que no se acabe. Eso explica por qué tengo camisas/playeras idénticas, pero varían los colores (o a veces, ni eso), todas mis corbatas tienen rayitas o el shampoo, jabón, crema y demás huelen muy parecido o son de la misma línea.
Alguna vez leí que las personas con tendencia a la demencia suelen hacer eso, porque la cantidad de cosas en su cerebro desquiciado prefieren obsesionarse con otras cosas que con la manera en la que se van a vestir o porque les da ansiedad pensar cómo lograr nuevas combinaciones o porque sus rasgos obsesivos compulsivos así lo determinan, pero prefiero pensar que en mi caso tiene poco que ver y no es que esté loco, más bien que tiene que ver con que soy precavido y prefiero ahorrarme muchos viajes a las tiendas.
Total, que para no hacer el cuento largo, la semana pasada fui de viaje a Estados Unidos y me tocó el famoso Black Friday y había una cantidad obscena de ofertas, así que compré cosas en cantidades igualmente obscenas. Y es que, ya pensándolo bien, quizá si haya sido una exageración adquirir cuatro trajes, como 20 productos de cuidado personal (entiéndase joterías para la cara, cuerpo y cabello), 13 libros, un montón de camisas y hasta una cámara fotográfica, pero es que hay situaciones en las que uno no puede resistir.
Creo.
En fin, bye a mis finanzas saludables, bienvenida una vez más, deuda.