Desde ayer, Estados Unidos tiene un nuevo presidente.
Y aunque no sea el de mi propio País, me siento tremendamente orgulloso.
Porque creo que, sin importar el lugar del mundo que sea, cuando una persona es menoscabada sólo por ser lo que es y aún así logra superar todos esos obstáculos, es digno de admiración.
Y es que el odio, pesa. La discriminación, el racismo, la xenofobia: todo eso es odio.
Lograr el apoyo de todo un país, con sus 300 millones de habitantes, no es cosa fácil.
Y menos debe serlo, cuando la gente está condicionada a verte como algo diferente.
Quizá Obama no lo hizo solo. Tiene tras de él una cantidad de personas impresionante y un equipo indudablemente capacitado; para comprobarlo es cuestión de notar a quien ha elegido para ocupar los principales cargos en la administación.
Y es que el panorama no es fácil, estando el mundo como está.
Hace no tanto, un amigo hablaba sobre la ausencia de cultura que predomina en Estados Unidos y de cómo detesta su ideología y comportamiento y en general, a su gente.
Y es que, aunque no necesariamente concuerdo en todo lo que pueden hacer al nivel gubernamental o su política exterior o su desdeño al medio ambiente, es importante considerar que una nación la hacen muchas personas y no solamente el Gobierno.
Quizá él lo haya dicho sin pensar mucho, pero eso es odiar por definición.
Y, al menos yo, no puedo odiar a una masa de personas sólo por tener un color de piel o pertenecer a un grupo o tener un documento de nacionalidad. Especialmente, cuando algunas de las personas que más quieres están en ese grupo.
Yo tengo familiares que tienen nacionalidad estadounidense.
Y eso cambia la perspectiva de un montón de cosas.
No, no creo que la nueva administración solucionará todo. Pero si habrá cambios, eso es seguro.
Y aunque no sea el de mi propio País, me siento tremendamente orgulloso.
Porque creo que, sin importar el lugar del mundo que sea, cuando una persona es menoscabada sólo por ser lo que es y aún así logra superar todos esos obstáculos, es digno de admiración.
Y es que el odio, pesa. La discriminación, el racismo, la xenofobia: todo eso es odio.
Lograr el apoyo de todo un país, con sus 300 millones de habitantes, no es cosa fácil.
Y menos debe serlo, cuando la gente está condicionada a verte como algo diferente.
Quizá Obama no lo hizo solo. Tiene tras de él una cantidad de personas impresionante y un equipo indudablemente capacitado; para comprobarlo es cuestión de notar a quien ha elegido para ocupar los principales cargos en la administación.
Y es que el panorama no es fácil, estando el mundo como está.
Hace no tanto, un amigo hablaba sobre la ausencia de cultura que predomina en Estados Unidos y de cómo detesta su ideología y comportamiento y en general, a su gente.
Y es que, aunque no necesariamente concuerdo en todo lo que pueden hacer al nivel gubernamental o su política exterior o su desdeño al medio ambiente, es importante considerar que una nación la hacen muchas personas y no solamente el Gobierno.
Quizá él lo haya dicho sin pensar mucho, pero eso es odiar por definición.
Y, al menos yo, no puedo odiar a una masa de personas sólo por tener un color de piel o pertenecer a un grupo o tener un documento de nacionalidad. Especialmente, cuando algunas de las personas que más quieres están en ese grupo.
Yo tengo familiares que tienen nacionalidad estadounidense.
Y eso cambia la perspectiva de un montón de cosas.
No, no creo que la nueva administración solucionará todo. Pero si habrá cambios, eso es seguro.
3 graznidos:
Qué hermosas palabras.
PD: Ya se te pegó lo de tu empresa: País.
OJALA CONEJITO OJALA!!
El Conejito ya es Obamaniaco, jajajajaja, yo tambien, al menos un rato.
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